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La revolución urbana del siglo XXI, un nuevo concepto de ciudad en favor de las personas y no de sus coches

David Pérez

Senior VP of Stakeholder Relations

Mesopotamia, IV milenio a.C., este fue el periodo en el que los seres que habitaban en la tierra comenzaron a formar las primeras comunidades. El desarrollo de la agricultura y el espíritu de comunidad fue lo que nos llevó a formar las aldeas primigenias, espacios que no superaban el centenar de habitantes. A partir de ese momento, fue cuando se comenzó a reflexionar sobre el concepto de ciudad, un ideal que transformó el curso de la humanidad y que nos llevó a vivir la revolución urbana.

El paso del tiempo fue el que marcó el ritmo en la evolución de las ciudades, y la historia, que nos sorprendió con grandes hitos protagonizados por la ambición humana. Así es como el concepto de “urbe” escaló, hasta aterrizar en lo que entendemos por ciudad. Edificios con vistas infinitas, calles atestadas de personas con prisa y coches privados, muchos coches, que han ido adquiriendo cada vez más protagonismo en las ciudades para la movilidad de personas y objetos.

Sin embargo, el impacto que generamos con el uso inadecuado de estos vehículos, no solo afecta a nuestra salud, sino también a la del planeta. Hasta 2050, se prevé que el transporte urbano de pasajeros crezca entre un 60% y un 70%, según el III Observatorio de la Movilidad Sostenible elaborado por la consultora Grant Thornton. Un dato que invita a reflexionar sobre la importancia de contar con medidas eficaces que regulen el estado del tráfico en las carreteras. Pero, ¿qué hay de la crisis medioambiental una vez detectada una posible solución para gestionar la operativa del tráfico en las ciudades? Los datos de este observatorio indican que el transporte terrestre es el responsable del 25,6% del total de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), una cuarta parte de las emisiones totales de CO2 en España.

Apelando al dicho popular, “a problemas, soluciones”, merece la pena destacar la importancia de contar con una hoja de ruta en materia de sostenibilidad que guíe a todos los agentes (empresas, gobiernos e instituciones) hacia una meta en pro de la prosperidad ambiental, social y económica.

En este sentido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible son los grandes aliados en esta maratón y, particularmente, la movilidad tiene tanto impacto directo como indirecto en varios de ellos. Por ejemplo, el uso de combustibles que generen energía limpia afecta a la salud de los ciudadanos, así como a la calidad del agua. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética en Españaque apuesta por la descarbonización de la economía, es otro de los engranajes que nos marcan la ruta hacia una movilidad más limpia. Así como el paquete legislativo impulsado por la Unión Europea, Fit for 55, que defiende acciones vinculadas a un despliegue más rápido de modos de transporte de bajas emisiones, de sus infraestructuras y de los combustibles para apoyarlos. O el Acuerdo de París, que despliega una estrategia cuya ambición se centra en  limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales.

En Cabify tomamos desde hace unos años estas orientaciones para trazar nuestra propia ruta hacia la descarbonización del sector, un viaje que intensificamos en 2018 compensando todas las emisiones generadas por nuestros viajes. Aunque en el marco de nuestra Estrategia de Negocio Sostenible 22-25 se refleja la importancia de dar un paso más, destacando el reto de la compañía por alcanzar el estándar de “Cero Emisiones” para 2030 a nivel global. Un aspecto en el que se ha avanzado durante la primera mitad del año, gracias a la gestión de alianzas estratégicas para incorporar más vehículos electrificados o propulsados por otras fuentes de energía sostenibles como el hidrógeno a la flota en España.

Estamos de acuerdo que todavía nos quedan algunos kilómetros por recorrer en este viaje hacia la movilidad sostenible, en el que todos los agentes del sector nos encontramos involucrados. Pero en esta carrera de fondo no estamos solos, ya que contamos con el apoyo de la tecnología, que nos ofrece soluciones innovadoras para optimizar las diferentes operativas en la transición hacia una movilidad del futuro más limpia.

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