4 de enero 2021 |

Derechos Humanos y sostenibilidad social

El PNUD introduce criterios ecológicos en su Índice de Desarrollo Humano 2020 y el ranking cambia

El nuevo Informe sobre Desarrollo Humano 2020 expone que ningún país en todo el mundo ha logrado alcanzar un desarrollo humano muy alto sin ejercer una presión desestabilizadora sobre el planeta y saca 50 países del grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material.

En 1990 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) creó una nueva forma de concebir y medir el progreso. En lugar de utilizar exclusivamente el producto interior bruto (PIB) como medida del desarrollo, el PNUD clasificó los países del mundo según su nivel de desarrollo humano, examinando si las personas que viven en cada país tienen la libertad y la oportunidad de llevar la vida que desean.

Treinta años después, la iniciativa de la ONU incluye un nuevo índice experimental sobre progreso humano en el que se integran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países (una medida de la extracción de materias primas en el mundo para cubrir la demanda nacional).

Esta modificación responde a una larga lista de amenazas que asolan nuestro planeta y, por tanto, también nuestra existencia y que van desde la crisis climática hasta el colapso de la biodiversidad pasando por la acidificación de los océanos. Todas ellas derivadas de la acción humana. Tanto es así que muchos científicos creen que, por primera vez, el planeta ya no influye en los seres humanos, sino a la inversa y es por ello que el PNUD ha denominado esta nueva era como Antropoceno —la Edad de los Seres Humanos—, una nueva época geológica.

En palabras de Achim Steiner, administrador del PNUD, “el poder que ejercemos los humanos sobre el planeta no tiene precedentes. Frente a la COVID-19, temperaturas que rompen registros históricos y una desigualdad que se extiende, ha llegado la hora de utilizar ese poder para redefinir lo que entendemos como progreso, de manera que nuestras huellas de carbono y de consumo dejen de permanecer ocultas”.

El Índice de Desarrollo Humano ajustado por estas presiones planetarias ilustra la transformación que podría darse en el ámbito del desarrollo si tanto el bienestar de las personas como la integridad del planeta fueran considerados de manera conjunta como piedras angulares de la definición de progreso humano. Y, en este sentido, saca a la luz un nuevo panorama mundial con una perspectiva menos idílica y más sincera sobre el progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material.

En este sentido, añade Steiner que “ningún país en todo el mundo ha logrado alcanzar un desarrollo humano muy alto sin ejercer una presión desestabilizadora sobre el planeta. Sin embargo, podemos ser la primera generación en corregir el rumbo. Esa es la próxima frontera del desarrollo humano”.

Y en esta línea Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, señala que “la próxima frontera del desarrollo humano no debe entenderse como un dilema entre personas y el medioambiente, sino que se trata de reconocer que, hoy, el progreso humano sostenido por un crecimiento desigual y basado en el carbono es un ciclo completamente agotado”. Y concluye destacando que “si abordamos la desigualdad, sacamos el máximo provecho a las innovaciones y trabajamos con la naturaleza, el desarrollo humano puede dar un paso transformador que ayude tanto a las personas como al planeta”.

Respecto a este último punto, el informe hace especial hincapié en que para aliviar las presiones planetarias de forma que todas las personas puedan prosperar en esta nueva era, es preciso desmantelar los enormes desequilibrios de poder y de oportunidades que obstaculizan las transformaciones necesarias. Y para ello expone tres palancas clave: (1) las normas sociales, en las que tendrá un gran poder catalizador la educación en valores sostenibles; (2) los incentivos dentro de la financiación, los precios y la acción colectiva internacional; y (3) soluciones basadas en la naturaleza que impulsen la regeneración de la misma mediante la protección y el uso responsable de los recursos.

Para obtener más información acerca del Informe sobre Desarrollo Humano 2020 y del análisis del PNUD sobre el nuevo Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias visita el siguiente enlace: http://hdr.undp.org/en/2020-report

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