
Finanzas sostenibles
Hacia una financiación basada en ODS: la revolución del sector privado

A sólo cinco años de la fecha de caducidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es imprescindible impulsar la financiación sostenible. Solo en los países de renta baja, el déficit anual de financiación supera los 4 billones de dólares. A esto se suma un sistema financiero global muy fragmentado, con opciones de multiplicar su transparencia y con incentivos que podrían alinearse con criterios ASG.
En este contexto, la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FFD4), que se celebrará en Sevilla en 2025, representa una oportunidad histórica para rediseñar las reglas del juego.
En este artículo, analizamos el informe “Acelerando la innovación en las finanzas sostenibles”, impulsado por nuestra iniciativa a solicitud del secretario general de las Naciones Unidas.
1. Financiar un mundo mejor
La financiación sostenible no es una tendencia. Es una respuesta directa a una demanda real: la transición hacia un modelo más justo, resiliente y respetuoso con el planeta. Según Morgan Stanley, los fondos sostenibles superaron en 2023 a los fondos tradicionales, con una rentabilidad media del 12,6 % frente al 8,6 %. Sin embargo, el volumen total de inversión sigue lejos de lo necesario.
La oportunidad es clara. Existen enormes necesidades insatisfechas: acceso al agua, energía limpia, salud universal, etc. Y las empresas que sepan responder a estas demandas no solo contribuirán al bien común, sino que se beneficiarán de nuevos mercados, innovación y confianza social. Como afirma Sanda Ojiambo, CEO de nuestra iniciativa a nivel internacional, “invertir en un mundo mejor no solo es lo correcto: es también lo más inteligente”.
2. La oportunidad de movilizar la financiación hacia los ODS
El capital existe. Lo que falta es alinearlo con el desarrollo sostenible. Se estima que hay más de 200 billones de dólares gestionados globalmente por inversores institucionales. Si apenas un 2 % se orientara a proyectos alineados con los ODS, el déficit financiero global se reduciría drásticamente.
De hecho, los activos globales de inversión sostenible alcanzaron los 30 billones de dólares en 2022 y podrían llegar a 40 billones en 2030. Pero esa cifra, aunque impresionante, no está equitativamente distribuida. La mayoría de estos flujos se concentran en países de renta media-alta y mercados desarrollados. Los países de renta baja siguen siendo percibidos como de alto riesgo, con acceso limitado a financiación y poca capacidad para generar datos de sostenibilidad verificables.
Gobiernos, empresas y organismos multilaterales deben colaborar para construir mercados financieros sostenibles y alineados con la Agenda 2030. Por un lado, integrarla en los contratos de personas directivas, consejos y gestores de activos, fomentar las asociaciones entre entidades públicas y privadas, armonizar normas de reporte y aprovechar el capital privado con instrumentos financieros innovadores y la participación de bancos multilaterales de desarrollo.
3. Acelerar las finanzas sostenibles
Acelerar las finanzas sostenibles implica transformar no solo los productos financieros, sino también la infraestructura institucional, regulatoria y tecnológica que los sostiene. El informe identifica tres áreas estratégicas para desbloquear el capital privado hacia los ODS: transparencia, riesgo y rentabilidad e integración.
3.1 Transparencia: la base de un mercado confiable
Uno de los principales obstáculos para escalar las finanzas sostenibles es la falta de datos comparables y verificables. Según el informe, la interoperabilidad de los marcos globales de reporte, como ISSB, ESRS o SBTi sigue siendo insuficiente, lo que incrementa los costes y bloquea decisiones de inversión informadas. De hecho, más de 250 grandes empresas del mundo ya reportan bajo marcos ASG, pero los datos son difíciles de comparar entre jurisdicciones.
Los gobiernos deben adoptar y adaptar estándares internacionales y desarrollar taxonomías interoperables. Las empresas, por su parte, tienen la responsabilidad de establecer planes de transición alineados con los ODS y divulgar sus impactos con doble materialidad. El uso responsable de plataformas abiertas, blockchain e inteligencia artificial puede cerrar las brechas de información y reducir los costes de reporte.
Uno de los mayores obstáculos para las finanzas sostenibles es la falta de datos consistentes. Aunque estándares como ISSB o ESRS han supuesto avances importantes, los marcos de información siguen siendo fragmentados. Una transparencia más limitada aún en mercados emergentes.
3. 2. Riesgo y rentabilidad: mitigar para movilizar
Contrario al mito, las inversiones en países de renta baja no conllevan más riesgos. La Corporación Financiera Internacional documenta tasas de impago de solo el 3,5 % y de recuperación del 74,7 % en dichos mercados, comparables al índice global de S&P, que representa el universo de la inversión mundial.
Gobiernos y multilaterales deben liderar la creación de fondos catalizadores, garantías y esquemas de financiación combinada entre fondos públicos y privados. Los inversores institucionales pueden avanzar integrando indicadores de impacto ASG en sus modelos de riesgo-rentabilidad. Y las pymes deben formar parte del ecosistema financiero, accediendo a instrumentos adaptados a su escala
Otro de los retos reside en gestionar el desajuste entre el horizonte temporal de las inversiones sostenibles, a menudo a largo plazo, y las métricas tradicionales de riesgo, que priorizan retornos inmediatos. Además, se proponen nuevos productos como los bonos vinculados a resultados sostenibles que vinculan rendimientos financieros con KPI ambientales y sociales, creando incentivos directos para el cumplimiento de objetivos.
3.3. Integración: hacer de la sostenibilidad una obligación fiduciaria
El cambio real exige que la sostenibilidad empresarial se convierta en el eje central de la gobernanza empresarial. La sostenibilidad debe integrarse en el deber de las empresas, en los planes de negocio y en las estructuras de gobernanza. Eso implica vincular la retribución de directivos a objetivos climáticos y reformar los marcos regulatorios para que el impacto ASG forme parte del deber.
Hoy, más de la mitad de las empresas del S&P 500 ya vinculan la remuneración ejecutiva a resultados climáticos. Pero se advierte: las directrices voluntarias no bastan.
Para generar cambios estructurales es necesario un marco regulatorio adecuado. La UE ha dado pasos importantes con la CSRD, la taxonomía europea y la Directiva de diligencia debida empresarial, que obligan a reportar impactos y adoptar planes de transición climática. Además, también se destaca el valor de las asociaciones multiactor o las plataformas de financiamiento mixto.
4. La FFD4 como catalizador global de acción financiera
La FFD4 en Sevilla se presenta como una oportunidad única para convertir estas recomendaciones en compromisos concretos. En este foro, actores públicos, privados y multilaterales deben acordar mecanismos para:
- Converger normativas globales de transparencia financiera.
- Expandir la financiación basada en resultados (bonos verdes, préstamos vinculados a ODS).
- Reforzar las garantías, incentivos y fondos de primera pérdida.
- Establecer marcos nacionales de inversión alineados con los ODS y el Acuerdo de París.
Tal como afirma el informe, “liberar capital privado a escala para los mercados emergentes requiere una arquitectura financiera global nueva, colaborativa y enfocada en el impacto real”.
La arquitectura financiera mundial debe reinventarse. La transparencia, la integración del riesgo y el alineamiento obligatorio con la sostenibilidad son condiciones necesarias para cerrar la brecha de financiación de los ODS. El capital está disponible. La innovación financiera, también. Ahora toca liderar, colaborar y actuar con decisión.
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